RimayArú

Plan Afectividad, Sexualidad y Género

Contextualización (Extraído de Desarrollo de la afectividad y la sexualidad, Subsecretaría de Educación Parvularia)

Las Bases Curriculares de Educación Parvularia dan cuenta que en la primera infancia los niños y niñas se relacionan activamente con su entorno, y a partir de esta interacción, van construyendo un conocimiento propio del mundo y de sí mismos en un proceso de cambio continuo, el cual merece atención y respeto, en este sentido el Ámbito Desarrollo Personal y Social, se trabaja en forma transversal en toda la rutina y acción educativa en la escuela, el cual “favorece el desarrollo de párvulos que experimentan el mundo sintiéndose protagonistas de este proceso desde el momento en que nacen; llenos de curiosidad y de ganas de vivir. Si niñas y niños perciben que son considerados y respetados en sus características, necesidades e intereses, desarrollan sentimientos de aceptación, respeto y valoración, así como sensaciones de confortabilidad y seguridad”

Por otra parte, sabemos que el mundo afectivo se inicia en la etapa embrionaria del ser humano y se desarrolla y fortalece poderosamente en los primeros años de vida, es por esto que como establecimiento nos parece fundamental el desarrollar una autonomía progresiva con base en la emocionalidad y afectividad de los niños y niños.

En este sentido es que creemos que los niños y niñas deben aprender a conocer cuáles son sus emociones y para qué sirven; que reconozcan las emociones en sí mismos y en los otros; que validen las emociones, no asociándolas a una connotación positiva o negativa; que reflexionen sobre las emociones que sienten, y las aprendan progresivamente a regular, expresándolas de manera adaptativa.

Emociones y sentimientos son los pilares fundamentales que constituyen la afectividad, que debe entenderse como una cualidad psíquica, que lleva a relacionarse de un modo u otro con los demás. Los hábitos afectivos adquiridos en la infancia se reflejarán en futuras relaciones como aprender o no a confiar en otros; a pedir ayuda con seguridad de recibirla; a expresar pena sin miedo al castigo o a la indiferencia; a sentirse o no con derecho al amor, al buen trato y a contar con adultos responsables.

Por esta razón son tan importantes los ambientes en que viven y crecen los niños y niñas y las relaciones que favorecen el apego y la regulación emocional desde los primeros días de vida. Todo ello dejará una huella profunda en el modo en que vivirán sus futuras relaciones afectivas.

A medida que el niño o niña logra más autonomía, al aprender a desplazarse y desarrollar su lenguaje, se incorpora otro concepto al mundo afectivo: el de “intimidad”. La persona es un ser con capacidad de introspección desde la temprana infancia, y los adultos pueden enseñar al niño o niña a conectarse y pensar sobre sí mismo, por ejemplo, preguntándole cómo se llama, qué siente, qué intensidad tiene lo que está sintiendo y cómo influye en su modo de relacionarse con otros y de actuar. Los adultos también pueden enseñarle a “ser con otros”, viendo en los demás a niños y niñas que también sienten emociones, inculcándoles el cuidado y respeto de la intimidad propia y de los demás, apropiándose paulatinamente de conceptos de cuidado y autocuidado.

Cuando se tiene un buen conocimiento de la propia afectividad se favorece un desarrollo socioemocional en armonía con otros recursos de la personalidad, como son la razón y la voluntad, para así potenciarse como seres capaces de amar y de recibir amor.

Desde los tres años, y a veces antes, niños y niñas hacen preguntas que requieren de respuestas oportunas. Al responder asuntos tan sencillos y cotidianos relacionados, por ejemplo, con el nacimiento de un/a hermanito/a, ya se inicia la educación afectiva y sexual. En este sentido, la información es individual y cada uno/a debe ir obteniendo respuestas acordes a sus inquietudes, madurez y a sus posibilidades de comprensión.

Una oportuna y e caz educación de la afectividad y la sexualidad se orienta a promover que niños y niñas:

  • Conozcan sus derechos y expresen sus sentimientos y necesidades.
  • Conozcan, cuiden y respeten su cuerpo y el de los demás.
  • Construyan su autoimagen y autoestima a partir de una educación libre de estereotipos de género.
  • No discriminen por edad, sexo, raza ni ningún otro factor
  • Desarrollen una mayor aptitud para la convivencia social y aprendan a resolver conflictos a través del diálogo.
  • Desarrollen la capacidad para experimentar y expresar emociones y formar relaciones cercanas y seguras.
  • Estén en mejores condiciones para prevenir el maltrato, la violencia y el abuso.
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